miércoles, 22 de abril de 2015

¡Que vivan las cintas!

Siempre me han gustado las cintas de todos los colores. También me encanta hacer lazos, especialmente para mis hijas. Me encantaba peinarlas, pero lo que más me gustaba era cortarles el pelo. Siempre tuve complejo de peluquera y ellas lo saben. Se reían de mí y salían huyendo cuando me veían con una tijera. 

En las mañanas hacían fila para que yo las peinara antes de irse al colegio. Hubo un momento en que tuve a cuatro a la vez en el colegio. Eran cantidad de medias, camisas, faldas, libros y por supuestos lazos por todas partes. Compraba yardas de cinta azul y blanco y cada año unos días antes de iniciar el colegio, comenzaba a hacer los diferentes lazos que usarían. Habían ciertos peinados que me gustaban más, pero lo cierto es que todas salían hermosas y contentas con sus peinados y lazos.

El regreso a casa era otra historia: peinados caídos, pelos por todos lados pero en las caritas siempre las mismas sonrisas intactas y el amor a la vida cada vez mayor.

Mis hijas disfrutaron mucho de su época en el colegio. Aprendieron cosas y siempre valoraron la oportunidad de estudiar en un colegio donde los valores se enseñan y se practican, donde el respeto hacia el otro es prioridad y el amor a María y su hijo el norte a seguir. 

¡Que días aquellos de escuela! Que hermoso verlas salir todas juntas con sus ilusiones y ganas de aprender y sus lazos bien puestos en sus cabecitas.

Aún tengo la dicha de seguir haciendo lazos y de peinar a la única que me queda en el colegio, la pequeña Anabella. Le encanta que la peine y disfruta con sus lazos tanto como sus hermanas lo hacían.

¡Que vivan las cintas!
  

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