En las mañanas hacían fila para que yo las peinara antes de irse al colegio. Hubo un momento en que tuve a cuatro a la vez en el colegio. Eran cantidad de medias, camisas, faldas, libros y por supuestos lazos por todas partes. Compraba yardas de cinta azul y blanco y cada año unos días antes de iniciar el colegio, comenzaba a hacer los diferentes lazos que usarían. Habían ciertos peinados que me gustaban más, pero lo cierto es que todas salían hermosas y contentas con sus peinados y lazos.
El regreso a casa era otra historia: peinados caídos, pelos por todos lados pero en las caritas siempre las mismas sonrisas intactas y el amor a la vida cada vez mayor.
Mis hijas disfrutaron mucho de su época en el colegio. Aprendieron cosas y siempre valoraron la oportunidad de estudiar en un colegio donde los valores se enseñan y se practican, donde el respeto hacia el otro es prioridad y el amor a María y su hijo el norte a seguir.
¡Que días aquellos de escuela! Que hermoso verlas salir todas juntas con sus ilusiones y ganas de aprender y sus lazos bien puestos en sus cabecitas.
Aún tengo la dicha de seguir haciendo lazos y de peinar a la única que me queda en el colegio, la pequeña Anabella. Le encanta que la peine y disfruta con sus lazos tanto como sus hermanas lo hacían.
¡Que vivan las cintas!
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