jueves, 28 de mayo de 2015

¡Hoy no sale nadie!

A veces se nos enreda la vida. 

Hace algunos años, lo recuerdo como si fuera ayer, cuando las edades de mis hijas estaban entre los 10 y 17 años, las idas y venidas estaban a la orden del día. Entre las clases, las tareas en grupo, las prácticas de comparsa y deporte, las salidas y las fiestas de 15 años, había suficiente de que ocuparse y preocuparse.

Ciertamente son los mejores años de la vida y verlas crecer y disfrutar con responsabilidad es algo muy especial que nos alegraba mucho a nosotros y a ellas. A veces las cosas se salían de control, y para mi esposo y para mí no siempre era fácil organizarnos bien. Recuerdo parar y pensar ¿donde está cada una hoy?
- Ok, Fabi está en casa de Silvia, Isa en práctica de flag con Merce, Irene en Confirmación, Dani en un cumpleaños y Ana, ahh, por suerte, aquí conmigo¡Que estrés! 

Llegaba el viernes y mi esposo, no sé como en medio de tantas mujeres, no perdía la calma. Nunca la ha perdido. Ahora me río, pero hubo viernes en que se plantó y dijo -"¡hoy no sale nadie!"-. Yo pensé, "ahora si se rayó el hombre", Y es que había viernes en que de verdad, como dice la película, parecían un Freaky Friday. Teníamos que buscar y llevar niñas de un lado a otro, unas al cine, otras a fiestas, siempre alguna a Confirmación o a casa de alguna amiga. Todo esto en medio del típico tráfico de los viernes panameños.

Mi esposo no paraba de llevar y traer niñas por todo Panamá. Solo Ana en casa conmigo. Algunos amigos le decían a mi esposo "debes ser el rey de la casa entre tantas mujeres". El me miraba como diciendo "mas bien el esclavo, si supieran el trabajón". Pero en el fondo siempre estaba feliz y dispuesto a llevar y traer a hijas y amigas. 

Son temporadas que pasan tal vez demasiado rápido, y lo bueno es vivirlas y disfrutarlas al máximo. Yo les recomiendo aprovechar estos momentos de poder llevar y traer a sus hijos, son momentos únicos donde además se puede conversar de tantos temas interesantes que solo surgen cuando se pasa tanto tiempo en un carro jejeje. 

Aunque de vez en cuando, es necesario decir: ¡hoy no sale nadie!


sábado, 23 de mayo de 2015

Desde mi ventana

En el tren de nuestra vida muchos subirán y bajarán. Algunos nos acompañarán por corto tiempo y otros se sentarán a nuestro lado y con suerte se sentirán muy cómodos por un largo tiempo.

Algunos se subirán al tren por brevísimos instantes para bajarse en la próxima estación y seguir con sus vidas. Desde las ventanas de nuestro tren, a lo largo del paseo contemplaremos hermosos paisajes, flores, bosques, mares, días de luz y sol.

El viaje puede ser corto o largo, no lo sabemos, eso solo Dios lo sabe. Él lo sabe todo. En nuestro viaje no todo será luz. Desde nuestra ventana veremos días grises y oscuros. El sol se esconderá por momentos, las nubes llegarán y con ellas, la lluvia. Son los problemas y dificultades...

Pero me digo "tranquila, no lo ves, pero el sol aún está allá arriba en el cielo. Ten paciencia y fe y lo volverás a ver"El tren sigue su rumbo y a lo largo de nuestra vida, recordaremos cada paisaje que vimos desde nuestra ventana.

Nuestras ventanas son nuestros ojos. Cada persona ve el mundo desde su propia óptica. Algunos tienen una visión perfecta y clara de las cosas, son los que pueden discernir y tomar las mejores decisiones. Otros, con una visión mas limitada, necesitamos una ayuda, un lente para enfocar mejor y equivocarnos menos. Debemos tener cuidado para no ver la vida a través de los ojos de otras personas pues perderemos el control de ella.

Foto por Fabiana MG.
Un día escuché que "el cielo siempre está de nuestra parte". Me enamoré de esta frase. Y es que todo lo que nos ocurre es por nuestro propio bien. Dios permite situaciones en nuestra vida para corregirnos y cuidarnos, sobre todo cuando no somos capaces de ver las cosas con claridad y estamos en peligro de desanimarnos y caer.

A veces nuestra ventana está empañada, no vemos con claridad las cosas. Yo lo he vivido. Me ha costado ver y entender muchas cosas. No se siente bien, es como caminar con los ojos cerrados.

Pero una cosa si he aprendido: no importa cuan empañada o sucia esté tu ventana, siempre la puedes limpiar y de que verás mejor no hay ninguna duda.

Ah, y algo muy cierto... El sol siempre vuelve a salir, y si tienes fe volverás a ver y sentir que desde tu ventana el mundo se ve mejor.

L.

martes, 5 de mayo de 2015

Ya le dio la neura a Mamá

No me siento muy orgullosa...pero en fin. Si me dio la neura varias veces. 

La neura, según el real diccionario de mi casa, es cuando una persona (generalmente la mamá) pierde la cordura, la compostura y se va transformando en un ser ilógico e irracional debido al estrés, cansancio, obligaciones y su incapacidad de manejar ciertas situaciones del diario vivir. Jeje, así es.
No hubiera querido que fuera así, pero así fue. Y realmente la culpa fue mía. 

Las responsabilidades, los quehaceres, la cantidad de tareas escolares, el tráfico, la casa y los problemas siempre han estado ahí y siempre estarán. Pero hubo un tiempo, entre mis 35 y 45 años en que me daba la neura muy seguido.

También es cierto que vamos cambiando con los años y aprendemos que todo pasa, es cuestión de tener paciencia y calma.  A veces nuestros hijos actúan con una madurez tan grande que nos asombran. Hubo momentos en que mis hijas me decían "mamá tienes que calmarte, ya te estás alterando". Yo las oía y pensaba "no puede ser que me digan eso", pero era cierto.

Para rematar, mi esposo llegaba y me decía "No te está pasando nada". Era su frase favorita. Para él nunca estaba pasando nada. Yo a punto de explotar y él como si nada.

Mirando hacia atrás no puedo recordar ninguno de los problemas en sí. Solo se que a veces sentía que el mundo se me venía encima y entonces me daba la neura, con o sin razón.

Me impresiona la paciencia que mis hijas me han tenido. Cuanto amor y comprensión. Me abrazaban, consolaban y en más de una oportunidad me dijeron, "tranquila mamá, todo va a estar bien".Y es que no hay nada que el fuerte abrazo de un hijo no cure.

Estoy mucho mas consciente de mis pensamientos, acciones y reacciones ahora que hace 10 o 15 años atrás. Me alegra que sea así. Por cierto el carro siempre era el lugar favorito para que me diera la neura.

¡Suerte! 
... ¡y que no les de la neura!